Escritor: Juan Arnau
Hace no mucho, leí de este mismo
escritor una novela titulada: "
El cristal Spinoza",
dedicada a la figura del filósofo Spinoza. Fantástica.
Hoy, con la novela que traigo, repito
experiencia, aunque esta vez el libro está dedicado al filósofo
Berkeley. Si la anterior novela me pareció fantástica, ésta aún
más. Así que esperando quedo de próximas entregas.
Nos encontramos en el siglo XVIII.
Berkeley aparece en las diferentes ciudades por las que transcurrió
su vida, estos escenarios quedan descritos casi como si formaran
parte de un cuadro naïf, lleno de detalles, de crisis económica,
miserias, pero también de hombres con polvos, plumas, pelucas y
refinadas conversaciones.
Presentes también - aunque en
diferentes grados- contemporáneos suyos como Newton, Voltaire,
Jonathan Swift, lady Mary Montagu, Farinelli, Haendel, Voltaire,
Alexander Pope, Malebranche, y muchos otros.
El libro hace un breve recorrido por la
vida del filósofo y su filosofía, la cual se nos describe
minuciosamente y sin embargo de forma asequible y entretenida, a
través de conversaciones de ficción recogidas con muchos de estos
personajes relevantes de su tiempo. Fue una época en que el deísmo
estaba de moda y la atención para explicar las cosas de este mundo,
colocaban en posición de primer plano: los estudios sobre los
átomos, las leyes de la física natural de Newton, y cómo no: la
realidad de la existencia de la "materia" y otros conceptos
abstractos.
Y ahí, entre tanta ciencia que estudia
lo externo, aparece una voz distinta: la de Berkeley, que ataca a
estos cimientos restándole importancia, al observarlos como un
camino equivocado y estéril, porque Berkeley concebía la
exterioridad de otra forma, no como algo que existe de por sí, sino
como algo que construye el cerebro al ligar las diferentes
percepciones que nos dictan los sentidos.
Como consecuencia de este enfoque,
Berkeley se encuentra más en la línea del camino de estudio de las
civilizaciones orientales: el estudio centrado más en el hombre o
seres vivos, en relación a su naturaleza pensante o espiritual, que
en las cosas, camino que tomará occidente. Para él era más noble
centrarse en "una filosofía que no niega la realidad sensible
para afirmar la abstracta", pues para esta última no estamos
capacitados a imaginar. "Una filosofía en la que las "cosas"
son las impresiones" que nuestro entendimiento relaciona, y por
tanto un estudio que no se desliga de ese algo activo que lo hace
existir.
"Toda Europa puede estar"
con las ideas abstractas. "El filósofo sabe que el hombre que
no puede satisfacer su deseo de vanidad se vuelve duro, triste y
resentido. Pero es mejor suprimir ese deseo a tiempo que sufrir sus
ingratas consecuencias, porque el hombre que satisface su vanidad,
si bien licúa su resentimiento, pierde capacidad de empatía, lo que
debilita su percepción del mundo" quizás el único verdadero
sentido de la vida. Para él es un objetivo más noble dedicarse al
estudio de la mente que produce las cosas, más que a las cosas:
"dejarnos llevar por la narrativa del mundo y no estar siempre
pendientes de su gramática". "Entender la existencia
mediante un sentimiento o reflexión interior y de los otros
espíritus mediante la razón. Ese es el objetivo del conocimiento
humano, no otro".
Me despido con dos notas graciosas. Una
es un dicho divertido sobre nacionalidades: "La misma cerveza
excita en los irlandeses el sentimentalismo; en los ingleses el
cinismo; y en los franceses la verborrea: la hojarasca del lenguaje"
Y la otra, una curiosidad ingeniosa
atribuida a Descartes como respuesta por su mucho dormir, y que pongo
aquí para que los dormilones se la puedan copiar: "No duermo
más que el resto, sino más despacio".
NOTAS PERSONALES
- Berkeley (1685-1753); Voltaire (1694-1778); Malebranche y Luis XIV (ambos 1938-1715); Locke (1632-1704); Newton (1643-1727); Jonathan Swift (1667-1745); David Hume (1711-1776); Alexander Pope (1688-1744).
- Definición de deísmo: la figura de Dios no se presenta como una cuestión de revelación como venía siendo habitual; sino más bien un algo que es la causa primera por la que el universo y todo queda organizado. Un Dios, que por ser causa primera no tiene por qué intervenir, tal y como lo pensó Aristóteles, y ahora Newton y Voltaire, por ejemplo.
- Buscar si en la actualidad, la "materia" sigue siendo la gran desconocida. Para Berkeley, la materia no existe.
- Leer el libro de “Diálogos de Hylas o Philonus”, de Berkeley.
- Leer "La fábula de las abejas" de Bernard Mandeville.
Breve resumen de la filosofía de Berkeley:
- Creer en la exterioridad no es más que un engaño de atribución de unas cualidades que percibimos de un objeto, no a nuestra percepción, sino como propiedad de ese objeto, que atribuimos que existe de forma independiente a la percepción.
- Sin embargo, esto no significa que Berkeley pensase que las apariencias engañan, no. Es todo lo contrario, porque él precisamente no defendía que las apariencias engañan. Para él lo aparente es la única realidad, pues la realidad no es otra cosa que percibir y ser percibido. Considera lo percibido como la misma realidad, y por eso, aunque parezca raro, él no desconfía de los sentidos.
Lo que hace es no pensar que se puede llegar al conocimiento creyendo en la existencia de todo ese mundo externo como algo no mental. De ahí precisamente, piensa que vienen los errores de la ciencia, que al creer eso, crean ideas abstractas como hipótesis, haciendo que la ciencia se apoye en unos cimientos tan poco sólidos como lo son las arenas movedizas. Nuestra mente no está capacitada para imaginar lo abstracto.
- A través de los sentidos y gracias a nuestra mente (para él sinónimo del espíritu), asociamos las diferentes lecturas (impresiones) que nos dan nuestros sentidos para definir el objeto observado (que no es más que una impresión), pero por medio de ese proceso activo de la mente, le damos al objeto una existencia de exterioridad, como si existiera por sí misma, independientemente de nuestra lectura sensible (a través de los sentidos). Todo esto es para él una falacia, porque para él: todo es percepción. Y de ahí el dicho de que “la existencia es percibir o ser percibido”. No se puede equiparar externo con ajeno a la mente.
- "El desacuerdo con los materialistas no radica en si las cosas tienen una existencia real fuera de esta o aquella mente, sino en sí tienen una existencia exterior a todas las mentes, al margen de cualquier tipo de percepción”.
- De hecho, Berkeley puede llegar a reconocer que las cosas existen de manera independiente de su mente, pero son mente.
- A las impresiones que surgen por este proceso las califica de pasivas (es decir, a los objetos que surgen y que son impresiones surgidas de la actividad mental); y a la mente o espíritu que es capaz de asociar unas impresiones con otras, la califica de la parte activa. "La distinción entre cuerpo y alma es una distinción entre lo pasivo y lo activo".
- Para Berkeley el efecto que percibimos como consecuencia de una causa no es admisible, pues las causas no podemos percibirlas. Esa causa es si acaso un signo, nada más. "El ruido que oímos no es el efecto de una colisión, sino el signo de dicha colisión".
- De casualidad, esta semana, en el programa de Libros con uasabi, aparece una entrevista, que en partes recuerda a todo esto. En ella se habla de la consciencia, algo que me ha recordado al concepto de mente o espíritu de Berkeley. En la entrevista se dice que en un estudio se vio que la materia (los átomos) se movían de forma diferente cuando había alguien que los observaba y aún más cuando esa consciencia que los observaba tenían intención. Hablan todo el rato de una realidad que se construye dentro del cerebro, como decía Berkeley.