Escritor: Joseph Roth
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Hay mujeres que 'pierden' a los hombres, que como unas víboras se enrroscan y los engañan, haciéndoles creer culpables de lo que en realidad no lo son; sintiéndose enfermas hasta que la misma enfermedad aparece, todo sea por controlar y subyugar al hombre, por resistirse a lo que deben cumplir.
Enfermedades que utilizan como si fuesen las mejores armas de defensa. Pero estas enfermedades no siempore acaban con ellas, ya que muy bien pueden acabar , sin embargo, con las de sus “buenos” maridos.
En esta vida de engaños en que a la mujer le gusta desenvolverse; con esa tendencia natural a determinar su comportamiento exclusivamente “por el amor”, se sienten ociosas. No tienen “hambre”, pero son “golosas”, y se sacian con 'deslices', que las curan de sus enfermedades más que las benéficas aguas termales. Todo esto es la mujer que ciega al “buen” hombre. Todo esto es la mujer de este relato de Joseph Roth.
Con esta descripción sesgada, el narrador nos argumenta con un ejemplo, esa naturaleza de la mujer de cierta posición de principios de siglo XX, con una visión tan parcial y superflua, como la superficialidad que de la misma mujer se quiere transmitir.