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Ni de Eva ni de Adán


Escritora: Amélie Nothomb

‘Ni de Eva ni de Adán’ es el original título de otro episodio de autoficción de Amélie Nothomb.

Amélie se reencuentra con su amada Japón tras haberla dejado atrás al cumplir los 5 años. Ya se sabe, que para ser un auténtico japonés se ha de subir el monte Fuji, al menos, una vez en la vida. Amélie lo hará, y las descripciones son muy bonitas. Se va allí a reaprender el japonés, a sus 21 años. Dará clases de francés a un joven japonés, que acabará siendo el protagonista de su historia de amor. Y la vivirán en ese período de edad, de los 18 a 25 años, que es una especie de descanso en las exigencias que la tradición japonesa impone, se les permite disfrutar, pues antes, estudiaban ‘como posesos’, y después 'trabajarán como locos’

Este joven japonés, Rinri, es sencillo, emotivo, directo, divertido y ‘ajeno a todo mal’, con una ‘sincera y profunda curiosidad por todos los fenómenos culturales extranjeros’. No está interesado este Rinri en las japonesas: ‘me ponen nervioso.
No son ellas mismas. Siempre se están preguntando si gustan. Nos parece que para esas chicas sólo somos espejos’.
Así Amélie y Rinri, deciden ‘jugar’ juntos.


El libro está lleno de referencias culturales japonesas, tengo que reconocer que es algo que me atrae mucho de esta escritora.
Como por ejemplo, el uso del verbo ‘jugar’ que es una mala traducción del usado en japonés, no hay verbo exacto para la idea. En realidad, en Japón ‘cuando uno no trabaja, juega’.

Como el excesivo respecto a los profesores a los cuales no se les puedes preguntar nada, sencillamente ‘¡lo entiendes y punto!’; también las referencias a esas viviendas microscópicas; o esas otras viviendas tecnológicas, totalmente informatizadas y automatizadas, dice ella sobre un apartamento tokiota : ‘un edificio del futuro, con vistas a otros rascacielos futuristas’; también las pruebas de selección que ya a los 5 años determinan el futuro de los chicos, con esa terrible sensación de fracaso , ya para algunos, desde bien pequeños; y como último ejemplo las diferentes formas de llamar ‘amor’ al amor, no es lo mismo koi que ai, interesante la diferencia, que merece la pena escuchar.

Termino con dos anécdotas que me han gustado:

La primera es sobre el escritor japonés Mishima. Parece ser que los occidentales tienen la creencia de que su literatura no es valorada por los japoneses. Le dice Rinri a Amélie: ‘A los japoneses no les gusta demasiado su personalidad. Pero su obra es sublime. Tus amigos te han contado algo extraño, ya que es sobre todo en japonés cuando es hermoso. Sus frases son pura música ¿cómo traducir algo así?’

La segunda es una anécdota de Hiroshima: ‘se habla de ese tren que el 06/08/1945 recorría la costa en dirección a Hiroshima, transportando entre otros, a los trabajadores de la mañana. Con tranquilidad, los viajeros miraban por la ciudad a través de la ventanilla de los vagones. Luego el tren entró en un túnel, y cuando salió, los trabajadores vieron que ya no quedaba nada de Hiroshima’

El desenlace de esta historia de amor, o diría mejor, el último encuentro, tal y como lo cuenta Amélie, resulta elegante y emotivo a la vez, pero sobre todo, elijo el adjetivo elegante. Es francamente bonito, lo que allí pasa ….....

4 comentarios:

  1. Acabo de descubrir tu blog.
    Este libro es de los que más me han gustado de Amélie Nothomb. El final es alucinante, y el choque de culturas me encanta en los libros de Amélie.

    Un saludo!

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  2. Sí, tienes razón, yo también diría que es el que más me ha gustado de ella. Y coincido contigo en lo del final. El toque samurái es perfecto.

    Un saludo para tí también.

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  3. Me he decido a leerlo, y la coincido con vosotras: el final es alucinante.
    Me ha gustado mucho

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  4. Me alegra Carmen que te haya gustado. Y ese final, tan inesperado, esa guindilla de la que hablamos y que ¡no hemos revelado!

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