Escritor: Carlos Castán
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Fotos de: Dominique Leyva
"A partir de cierta edad, el amor
tiene naturaleza de pregunta. Sólo en la juventud se presenta como
certeza incontestable que desafía al mundo. A la edad de Quinn, el
amor es un simple no saber, tener de repente miedo a un tren que se
va y las horas que vendrán tras su partida".
"Polvo en el neón" es un
relato corto construido para acompañar un trabajo fotográfico que
presenta diferentes escenas del submundo de la carretera, de ese
lugar habitado por personas siempre en movimiento, de vidas a menudo
autodestructivas, si no desgraciadas y de mujeres felpudo que ayudan a pasar el rato; con música de Willy Deville
o John Lee Hooker, entre otros; humo de cigarros; cerveza Budweiser
que no falte -por algo estamos en EEUU- ; unas pringles; caravanas
por viviendas; y esos antros como "El paso" y moteles polvorientos que
tan descriptivos quedan anunciados con sus luces de neón, "la
luz de los carteles de neón del exterior llegando hasta las
sábanas".
Así que nos encontramos con un hombre
maduro de 41 años. Es esta una
etapa de su vida en la que para él el amor -si es que queda amor-
y el deseo van por caminos diferentes. "El amor que pudre el
deseo", se dice a sí mismo. Emprende viaje por carretera, y así en esa
tranquilidad que la deslizante conducción produce en la mente del
conductor; ese relajo que propicia la reflexión mientras recorre
millas tan-de-luces-de-neón ambientadas, pensará en su pasado y en
cómo afronar su futuro.
Este
Quinn resulta brusco, sin aderezos, a veces incluso: sin anestesia.
Es solitario o más bien independiente, preguntándose “si
realmente hay un regreso posible a los sábados de videoclub, comida
a domicilio, la dulce somnoliencia de las tardes de domingo en el
jardín” y toda esa monotonía de lo doméstico que mata todo deseo.
Pero
es que este Quinn es un cowboy de carretera, a juego con la
legendaria carretera de la ruta 66, que es la otra protagonista del
relato, con cuyas fotos este libro queda tan equilibradamene ilustrado.
En ese constante irse de Quinn, "irse era el pánico y a la vez el nombre de la felicidad", en esa búsqueda de la vida de un destino en el que apearse, Carlos Castán nos proporcionará un final muy a juego con la naturaleza del relato.
En ese constante irse de Quinn, "irse era el pánico y a la vez el nombre de la felicidad", en esa búsqueda de la vida de un destino en el que apearse, Carlos Castán nos proporcionará un final muy a juego con la naturaleza del relato.
No
diré que este relato proporcione respuestas o trascender, pues en realidad abordan vidas sin-sentido, dentro de lo primitivo. Pero sí
me ha parecido dentro del tema escogido y la caracterización
necesaria de sus personajes, un relato de los de calidad.
Me
despido con unos whiskitos y cigarrillos, y que no nos falte una
canción de uno de los músicos que aparece en el relato: Willy
Deville. ¡Feliz fin de semana!
NOTAS:
- Carlos Castán es un escritor catalán de 1960, y además profesor de filosofía.
- Dominique Layva es un fotógrafo norteamericano que ilustra este libro con fotografías de la mítica carretera de la Ruta 66
- IMPORTANTE: En una encuesta en mi entorno. Este libro pirria al género varón. No había más que mirarles la cara para ser descubiertos, porque conforme iban leyendo la no-reseña, no podían disimular una sonrisita de envolvente complaciencia. Creo que sí se puede hablar de un género de literatura masculina, que alimenta las más primitivas fantasías, de mucho pelo en el pecho, jeje.
No lo conocía...
ResponderEliminarLo buscaré, que parece interesante =)
Besotes
Shorby:
EliminarPues claro :D
Tampoco conocía este libro. Y me dejas con curiosidad, que tiene buena pinta.
ResponderEliminarBesotes!!!
Margarí:
EliminarEso, al menos ya lo conoces :D
Ese mundo de moteles y carreteras, sin dejarme la ruta 66 (juro como Scarlett O´Hara que algún día la haré) me atrae muchísimo así que me lo llevo apuntado.
ResponderEliminarBesos.
Little Emily:
EliminarHay que ver lo que hace la Ruta 66, y fíjate si voy retrasada que yo me enteré de que existía no hace mucho tiempo, sabía de ina carretera famossa para las rutas en Harley-Davidson, pero no que era la ruta de "Las uvas de la ira"
Tiene que estar muy bien el libro, Tropo Editores mola.
ResponderEliminarMike Libros
EliminarSí, parece que tienen gusto :D
Pues creo conocer al hombre que le puede gustar este curioso libro.
ResponderEliminarUn abrazo
Blanca,
EliminarAh, jajaja pues seguro que te lo agradece p:D
Tus palabras me recuerdan mi reciente experiencia con "Norteamérica profunda", también de un autor español. Dicho esto, y como me gustaron bastante los otros relatos dentro de la temática elegida, me llevo el título apuntado. Y, ya que estamos, aprovecho para decirte que ayer, por fin, me he decidido y me he traído a casa el cómic de Kafka. Ya te contaré. Buen fin de semana,
ResponderEliminarOffuscatio:
EliminarWow, ¡ya lo tienes! ¡Yo también! Está bien esto de las novelas gráficas como desengrasante, y encima la suerte que traen temas que no están nada mal. Me alegro, y esperemos que no nos defraude.
¡También lo tienes! A mí me está resultando muy instructivo; porque mis conocimientos sobre Kafka eran prácticamente nulos (aunque me cueste confesarlo). Ya me dirás.
EliminarOffuscatio:
EliminarPor lo que dices, ya lo has terminado caso, jeje. ¡Qué bien! Espero que hagas reseña :D
Me he tropezado un par de veces con este libro, aunque no sabía muy bien qué esperar de él. Gracias a tu reseña me lo puedo imaginar, pero no creo que lo cuele entre mis libros de momento. 1beso!
ResponderEliminarTizire:
EliminarPero ya sabes quién es Carlos Castán al menos, y de qué va este relato.
Muy interesante tu reseña, Icíar. Yo sí he leído este libro y me pareció muy interesante, un libro que me sirvió de recordatorio de las uvas de la ira, pero también de todas esas lecturas en las que ha estado presente la famosa ruta 66.
ResponderEliminarConducir, decía Gabriel García Márquez, me ayuda a reflexionar, a poner en orden mis ideas. Temo que muchos somos los que al volante somos capaces de ver las cosas con mayor claridad.
Estupenda reseña, de verdad.
Besicos !
Susana Hernández:
EliminarLo sé, Susi, que fui por tu reseña que yo piqué con el libro. Así que desde aquí te doy las gracias.
Estoy contigo y con el relato en esos poderes que tiene la conducción para el cerebrito, ahora sólo queda saber sí de ahí han saldo acertados pensamientos o todo lo contrario,jeje.
P.D.: Se me olvidaba, la prosa de Carlos Castán es una maravilla.
ResponderEliminarSusana Hernández:
EliminarSabe escribir, sí señora. Puedes contactar más o menos con la historia pero esto se le reconoce, con lo cual es fácil seguir leyendo otras cosas suyas.
pues recuerdo que lo vi con Susana y lo anoté pero no lo encontré cuando fui a la librería. Vuelvo a preguntar para saber si ya les ha llegado.
ResponderEliminarUn beso,
Ale
pd
y seguro entonces mi charro también querrá leerlo ;P
Bibliobulímica:
EliminarYo creo que sí, ese abandono (en ellos) que les hace recuperar la sensación de libertad, de control, y en la que no hay sitio para remordimientos, por justificarse en una supuesta naturaleza masculina, debe de pirriar a todo Charro negro que se precie :D
No hay libro hoy ?
ResponderEliminarNo me ha dado tiempo :(
EliminarUy, este libro me lo voy a apuntar, bueno, este relato con referencia musical y todo, tiene que estar genial, no lo conocía. un beso aicíar :)
ResponderEliminarYossi,
EliminarCreo que eres chico, jeje, me encantaría ver qué piensas, creo que pirria a los hombres todavía mucho más que a las mujeres. :P
Vale, voy a copiar un montón de veces eso de... "tengo que descubrir autores españoles nuevos!"
ResponderEliminarOtro que me apunto, menudo regreso hago!
Besos
Mientrasleo,
EliminarSi, jajaja, ya te veo: empiezas mal, ¡muy mal,
A Carls Castán debieras conocerlo :D