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La familia Máshber



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Escritor: Der Níster

Hasta hace bien poco, poco sabía de la existencia de una literatura yiddish. Que me fijara en este tipo de literatura judía me vino a través del blog de Yossi Barzilai, y precisamente a causa de esta novela, novela que además de tener en un principio el reclamo de la curiosidad que despierta el estar escrita en esta lengua, tenía otro elemento aún más atractivo, y es que en ella se rescataba un mundo desaparecido, la ciudad del autor tal cual fue, una ciudad de mayoría judía de finales del XIX, que como otras muchas ciudades judías parecidas de este tiempo estarían destinadas a desaparecer.

Otro atractivo de la novela, al menos para mí, es que si bien hemos leído muchos libros sobre los judíos en Europa, lo han sido más sobre los judíos asimilados integrados en cualesquiera de las ciudades europeas, pero no lo han sido tanto sobre los judíos que vivieron con total normalidad y orgullo sus tradiciones medievales en pueblos que estuvieron habitados en su mayoría por ellos mismos, ¿o no es así? ... y es entonces cuando nos preguntamos: ¿Cómo debieron ser estas ciudades, y cómo pudo haber sido su desaparición?


Así que, “si fuésemos el observador que se dejase caer por la ciudad” en esa época en concreto, y miráramos a través de lo contado en el libro, nos admiraríamos y llenaríamos con la minuciosidad de detalles de lo allí dibujado como si fuese un cuadro naïf, desde el encantador trazado de la ciudad, con sus tres anillos, las desordenadas viviendas, las sinagogas, los comercios, y ¡el mercado!, porque no debemos pasar por alto que si su Dios es el motor espiritual de la ciudad, el motor material lo será el mercado situado en el mismísimo centro de la ciudad, es decir, en su primer anillo.

Es alrededor de este primer anillo desde donde se expande la ciudad como un Big-Bang hacia su segundo anillo, que es donde la vida doméstica, social y religiosa de sus tradicionales habitantes tiene lugar,  quedando en el tercer anillo que rodea al anterior, los suburbios, el lugar donde la ciudad deposita sus deshechos, a sus marginados, y para sorpresa nuestra donde germinará la semilla del cambio por venir, la grieta en esta comunidad medieval de judíos jasídicos por donde las nuevas ideas de la modernidad pugnan por filtrarse, amenazando su perdurabilidad, anunciando su transformación o incluso su extinción.

Y es que "una sentencia, una especie de augurio de catástrofe se cierne sobre aquel lugar", y como si de un virus se tratase, la comunidad judía, desde el líder espiritual, el comerciante, el artesano, o el matón, es decir, sin distinción entre sus miembros, se unen buscado su marginación.

Una delicia recrearnos en la descripción de sus costumbres tradicionales, y como ya es hora de despedir la noreseña, lo haré con una de ellas que me hace gracia, y es la gran importancia que en las celebraciones se le da al baile. Nos despedimos pues con un baile propio de los judíos jasídicos (empieza en el minuto 1:30 aprox):



NOTAS PERSONALES
  1.  Los judíos jasídicos, pertenecen a una rama ortodoxa del judaísmo que se originó en Ucrania y Bielorrusia, y fundada por el rabino Baal Shemtov (1698-1760). Dentro de ellos existen varios grupos, unos más estrictos que otros, como veremos en la novela. Entre “las fuerzas ocultas” que planeaban sobre la ciudad, enumero y muy por encima:
    1. El socialismo
    2. El grupo de los de Dessau, que fue el movimiento de la Ilustración Judía, fundada por Moisés Mendelssohn, el abuelo del que sería el compositor Félix Mendelssohn, que vivió en Alemania, en la ciudad de Dessau.
    3. La secta jasídica originaria del pueblecito ucraniano de Breslev, y conocida como “los de Breslev”, y que ocupa un lugar destacado en la novela. En ella sus seguidores siguen las enseñanzas del rabino Najman de Breslev. Creo que entre los judíos jasídicos, son los más místicos. Es una secta marginada y rechazada por el resto de los judíos, al ser vista como una forma de religiosidad que en su práctica choca con la realidad cotidiana del día a día, la necesidad de ganarse la vida, de ocuparse de los bolsillos, o del deseo de disfrutar sin remordimientos de la riqueza obtenida.
  2. En la novela está también muy bien reflejado no sólo la vida bulliciosa del comercio, sino también lo importante que fue para esta comunidad judía el negocio de los préstamos, “el negocio de los empréstitos que en el futuro se conocerían como casas de crédito y descuento. El capital utilizado era de diferente naturaleza al de las casas de crédito y descuento de los años posteriores, porque en los tiempos que estamos tratando, se desarrollaban de un modo bastante primitivo. Lo que importaba sobre todo no era, como pasaría en épocas posteriores, que para mantenerse tuvieran capacidad de captar capital en otros bancos más potentes que el suyo, no, lo que los mantenía principalmente era la tradicional confianza de la población que siempre buscaba depositar su dinero en una mano segura, en una persona en quien se pudiera confiar. Quienes depositaban el dinero eran personas de su comunidad judía de clase media o incluso de clase obrera”, y el dinero así obtenido se prestaba con especial protagonismo a los nobles rusos no judíos, que en su declive y falta de fondos recurrían al capital judío para no prescindir de su alto ritmo de vida.
  3. Se nos cuenta en el prólogo, que al final, la ciudad tal cual fue, desapareció no de la forma natural y gradual consecuencia de la impregnación en la comunidad de las nuevas ideas de la modernidad, sino que lo sería de una forma brusca y violenta, “iniciándose ya en 1919, con la masacre a manos del ejército ucraniano y la posterior destrucción de la ciudad con sus 80 sinagogas a manos del ejército ruso, rematando el nazismo lo poco que pudiera quedar”. ¡Muy mal! 
  4. Leer "El viaje de Baldassarre" de Amín Maalouf, porque en ella se cuenta la historia de Shaabbetei Zvi, un judío que se proclamaría mesías, -falso mesías para el resto de sectas judías-. También se hace referencia en la novela a esta otra forma de religiosidad judía, como una mancha, una vergüenza que por tradición cargaban sus descendientes.