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"Después de las simples
necesidades de vivir y reproducirse, el hombre quiere sobre todo
dejar alguna constancia de su ser, una prueba de que ha existido
realmente. Deja su huella sobre madera, o piedra, o en las vidas de
otras personas. Este profundo anhelo existe en todos, desde en el
muchacho que escribe groserías en el mingitorio público hasta el
Buda que graba su imagen en la mente de la raza".
Empieza la novela con la descripción
de un maravilloso valle. Tan bonito, fértil e inspirador es, que no
puede más que arrancar al que lo observa sueños y sentimientos de
prometedora felicidad. Un lugar aislado del mundo donde sólo la
dicha puede habitar en él. Y es precisamente por esta razón que el
lugar fuera bautizado con el nombre de: Las Praderas del Cielo.
Y si el foco en un principio va
dirigido a esta especie de Shangri-La, va a ser a través de las diez historias
que contiene la novela, el que el lugar vaya quedando poco a poco
desenfocado a nuestros ojos, hasta aparecer convertido en un lugar como
cualquier otro, donde los habitantes y sus conflictos, -que van
allá donde van ellos -, son los que dan vida al lugar y no a la
inversa.
¡Y así está bien! No sé si es por
la forma tan embaucadora de la narración, o la manera en que la
variedad de cualidades humanas, - buenas y menos buenas- son presentadas, con ricos perfiles psicológicos que pugnan por salir en sus
relaciones entre ellos, que dentro de lo que son historias no necesariamente felices, tampoco lo son infelices. Y es que en esa desmitificación
del lugar, las historias me han resultado de lo más empáticas,
entrañables y tiernas. El lector no podrá más que ser benevolente
con cada uno de los personajes. No hay personaje que no quede
descrito desde el entendimiento de su naturaleza.
Las historias pueden ser leídas de
forma independiente, pues aunque haya cierta relación entre sus
personajes, no mantienen la relevancia suficiente para necesitarse
unas historias de otras. Se podría decir que por esa razón se
trata más que de una novela de un libro de relatos.
Y si hacemos caso a este escritor que nos dice que no debemos de ir por ahí a la caza de lugares a propósito de la búsqueda
de la felicidad, también me apetece despedirme - y ya que los cita un
sabio personaje del libro - con tres autores de
la antigüedad: Heródoto, Tucídides, y Jenofonte. Éste nos recuerda - y mucho tiene que ver con las historias de esta novela -:
“Todo aquello de que el género humano es capaz se halla registrado en estos tres libros. El amor y la trapacería, la estúpida deshonestidad, la falta de perspicacia y la valentía, la nobleza y la tristeza de la raza. Nada puede suceder que no haya sucedido y no se haya registrado en ellos".
NOTAS PERSONALES:
- Leer a Heródoto, Tucídides y Jenofonte. Un libro maravilloso relacionado con Heródoto y de muy fácil y entretenida lectura es por ejemplo: “Viajes con Heródoto".
- Averiguar si existe o no algún pueblo en California con este nombre de Las Praderas del Cielo, cerca de Sallinas, lugar de nacimiento del escritor.
Con reseñas y novelas así cada vez tengo más ganas de volver a leer a Steinbeck. Muchos besos.
ResponderEliminarClaro Goizeder,
EliminarEs que esto es ir sobre seguro :D
Aún tengo pendiente a este autor. Le tengo que poner remedio!
ResponderEliminarBesotes!!!
Margarí,
EliminarÉste seguro que sí te va a gustar
Con lo que me gusta el autor y hace un montón que no leo nada suyo... apunto este =)
ResponderEliminarBesotes
NO he leído nada de este autor. Lo anoto :)
ResponderEliminarBs.
Buen libro.
ResponderEliminar¡Esther!
EliminarJajajaja, pero qué lacónica :D
Apetece reencontrarse con Steinbeck.
ResponderEliminarUn abrazo
Blanca,
EliminarY sobre todo ahora, que empieza el "buen" tiempo :D
Steinbeck es uno de mis autores favoritos, de esos que da igual lo que me lea, porque sé que lo voy a disfrutar. Tienes razón: es un embaucador :)
ResponderEliminarGracias y besos!
Ana,
EliminarMe doy cuenta que ya te tenía conquistada, jaja, siempre es un placer tener a uno de estos escritors de los que una se recono incondicional.
tiene muy buena pinta
ResponderEliminarBeatriz, me ha recordado mucho a los relatos de Alice Munro.
EliminarMucho mejor empezar por aquí para acercarse a Steinbeck. Por cierto, te recomiendo Tucídides y su "Guerra del peloponeso", y Heródoto por su divertida (a nuestros ojos) visión del mundo. Bss
ResponderEliminarMónica,
EliminarSúper apuntadísimos y ni sabes cómo. ¿Has. Leído algo de Jenofonte?
Historia interconectadas, interesante, además, me salvas la vida lectora. Este verano me dio por leer o releer Steinbeck y leí las novelas más cortas porque releer Las uvas de la ira o Al este del Edén... imagina. Este no lo tengo y creoque me lanzo a por él, además, vengo necesitando cierta empatía benévola, como la describes con los personajes de mis futuras lecturas porque llevo una racha de mentes enrevesadas... Un beso Icíar :)
ResponderEliminarYossi,
EliminarYa te imagino, jajaja, harta tanta complicación también. Leí tu última reseña de Coetzee, pero no me dejó comentar. Un cambio de aires te viene bien, sí.
Soy Jose Martín en Café Literario y @yossibarzilai en twitter, si tienes twitter allí estoy siempre mucho más activo :)
EliminarSiempre que nos acercamos a este tipo de autores recordamos, porque ellos así lo hacen, que ya todo está escrito, volver a los clásicos es regresar a lo más profundo del pensamiento humano... Me parece muy interesante tu libro, y me recuerda eso de que aun en los más hermosos palacios o en las ciudades donde se crea la mejor música y se escriben los más bellos poemas también están los pensamientos más egoístas y las acciones más viles. Y no, yo no he leído nada de Jenofonte :D
ResponderEliminarSusana,
EliminarBueno sí, claro, allá donde vayamos, estos 'malos' vienen con nosotros, jeje, no importa ni el lugar donde estemos, ya sea palacio o choza, verde o secarral, o lo que sea; ni la creatividad artística que tegamos alrededor. Va con todos nosotros, supongo. Se cambia de lugar, pero no se deja nada de lo que huimos en ese lugar.
No he leído a Jenofonte, Heródoto, Kapuszinsky y sólo uno de Steinbeck (creo que eso me desautoriza para hacer ningún comentario juas, juas, juas).
ResponderEliminarCiertamente uno ve donde vive dependiendo de lo a gusto que sea su vida (lo cual es enteramente subjetivo) pero debo confesar que cuando voy al bosque, estoy mucho más tranquila que en la ciudad. Como que mi ritmo de vida funciona bajo otros parámetros de tiempo, y eso ayuda a que recargue mi energía.
Un beso,
Ale.
Bibliobulímica,
EliminarPero es que en tu caso,se trata de dentro de lo que es estar a gusto, porque allá donde vas llevas poco fardo malo detras, de dónde te encuentras más mejor, y no menos peor, ¿or not? En fin, al menos Kapuscinski sí que tienes que leerlo, algún día :D
Libro pendiente, no conozco aun al autor. Tampoco conocía a kapucinski y resultó fantástico su viajes con herodoto.
ResponderEliminarGustavo,
EliminarUna maravilla, ¿eh? Steinbeck es un escritor de culto para muchos. A mí me gusta, pero te digo por lo bajo que no como Kapuscinski :D
Mi reseña va un poco por otro lado pero ya vimos que había percepciones distinta de la historia. Con lo que o coincido contigo es en lo de que se pueden leer como relatos inconexos. Yo sí creo que están muy relacionados y es ese vínculo el que da sentido al conjunto.
ResponderEliminarBesines,
Carmen,
EliminarEstoy deseando leer tu enfoque, y me encanta que sea tan diferente. ¿La semana que viene, no? estaré puntual como un reloj :D
¡Steinbeck! Me apunto el libro y el recomendado sobre Herodoto también.
ResponderEliminarUn saludo