Escritor: Lawrence Durrell
Justine es el primer
libro de una tetralogía ubicada en la ciudad egipcia de
Alejandría, es una novela que como las otras tres que le siguen, se
dice que trata el tema del amor en cada una de sus formas, aunque
si tengo que ser sincera, que para eso esto es personal, y como tengo
que buscar una forma de sintetizar, me quedaría de toda la novela
con el párrafo siguiente y así daría por terminada la presente
no-reseña:
“Y sin embargo yo sabía
que era la postura de la penetración, de la que surgían todos los
aspectos del amor que el ingenio de los poetas y los locos había
utilizado para destilar las sutiles distinciones de sus filosofías”.
La novela está magníficamente escrita además de contar con ingeniosas e inteligentes correspondencias de culturas y corrientes de pensamiento del pasado con cada uno de los pesonajes, sobre todo los femeninos, para explicar asuntos del amor y de la sociedad.
También se nota el uso y aplicación de los filósofos
a sus reflexiones, me ha parecido reconocer además de Plotino, a
Kant, Hegel, Nietzsche e incluso Marx por ejemplo, así como recursos tan literarios como el de la tercera persona. Todo esto no se puede no
valorar, pero a pesar de todo este interesante despliegue, no me ha
sido fácil empatizar, salvo excepciones, ni con los personajes ni
con sus conflictos. Hay un egocentrismo casi de clase de una época
que lo estropea, algo así como decir “en nuestros días todos los
artistas están forzados a cultivar una pequeña infelicidad a la
moda”, que me hace volver otra vez al primer párrafo con el que empiezo esta entrada.
Sin embargo sí que me ha
parecido de lo más curioso e interesante, – y puede que por esta razón
continúe con los otros tres libros – la atmósfera para mí novedosa y que me ha resultado de lo más misteriosa, hay algo casi oculto e iniciático en la misma, y es que si por una parte se pinta una Alejandría donde “la mercadería sexual al alcance de la mano es
desconcertante por su variedad y profusión”, también se dice ser
“la ciudad de sectas y evangelios” , y para ello el escritor nos
trae un narrador ”poeta de la conciencia histórica, y estudioso
de la filosofía hermética y otros libros parecidos”.
Tenemos mitología egipcia,
judía, griega y cristiana, pero no en estado puro, sino a través
de nuevas corrientes que nacieron de la mezcla de partes de ellas y que para
sorpresa del lector no están desaparecidas del todo. Me refiero a la
Cábala de los judíos, a la filosofía hermética, y el gnosticismo de
Valentín de Alejandría, por ejemplo.
El personaje central
Justine podría decirse que está construido conteniendo parte de todas ellas.
Y así como cebo, termino
con un párrafo de uno de los personajes clave de la ciudad,
Balthasar, iniciado de la Cábala, judío, homosexual (¿pederasta
también?), y que es el título de la segunda novela de esta tetralogía:
“Alejandría es una
ciudad de sectas y evangelios. Usted parece menospreciar el
sincretismo. Hay que tratar de reconciliar dos polos opuestos en
materia de costumbres y conducta, me refiero a la sensualidad y al
ascetismo intelectual. La característica nacional de los
alejandrinos consiste en que buscan la reconciliación de los dos
rasgos psicológicos más profundos de que tienen conciencia. Las
grandes religiones no hacen más que establecer una larga lista de
prohibiciones. Pero las prohibiciones crean el deseo que pretenden
curar. En nuestra Cábala decimos: cede al deseo pero refinándolo”.
Y como complemento dejo la reseña de Libros y Literatura que aporta un enfoque que puede completar el que aquí falta:
http://www.librosyliteratura.es/justine-el-cuarteto-de-alejandria.html
NOTAS PERSONALES:
Algunos de lo elementos
históricos, esotéricos o misteriosos con los que cuenta:
- La novela se publica en
1957. Sin embargo, en 1945 se descubre en la ciudad egipcia de Nag
Hamadi unos manuscritos gnósticos escritos en copto de los primeros
cristianos, es decir, de aquellos cristianos que fundaron sus
creencias antes de que la Iglesia “ordenara” lo que vale de lo
que no vale. Concretamente estamos hablando de unos manuscritos de
Valentín de Alejandría el gnóstico. Esto tuvo que llegar a oídas
del escritor. El personaje de Justine mucho tiene que ver con este gnosticismo, pues según la novela Justine podría ser la Sofía de los manuscritos,
que debido a la necesidad de encontrarse con el Padre, rompe las
reglas y es expulsada como Lucifer quedando fuera a merced de las
bajezas humanas. Por eso, es un personaje del que se dice parecer una
criatura sin corazón pero que lo que pudiera parecer que le falta de corazón le sobra
de alma.
- La idea de la mujer en la
novela, tiene un enfoque que mucho pudiera tener que ver con la mujer
que “gozó” de la categoría de prostituta en Grecia (las otras
directamente son irrelevantes, no interesan), en todas sus variedades: cada una de
las mujeres pudieran encajar en alguno de los tipos de prostitución
griega. Por ejemplo: Las pornáis, que en la Grecia clásica eran las esclavas que trabajaban en
burdeles, en la novela el cabaret, y bien podría referirse a
Melissa, que “había nacido para ser blanco de las fuerzas más
destructoras” Otra categoría era la de Las hetairas, que eran
las de más alto rango, algo así como la geisha, en ellas no sólo se buscaba
el placer sexual, también el placer de la conversación inteligente.
Eran las únicas mujeres del mundo griego (hay que joerse) que recibían educación.
En la novela la hetaira podría cuadrar con Justine también, un personaje que no sólo
va libre por el mundo de las pasiones, sino que es descrita como una
mujer con “un hambre devoradora de saber, de lograr el dominio y la
fuerza por medio del conocimiento, todo ello bajo apariencias
sentimentales” … “rodeada de sus filósofos como la enferma se
encuentra rodeada de medicinas”. La relación con los hombres de la novela iba más allá de la parte física.
- La Cábala en cuanto a su concepción de una divinidad andrógina. También la Cábala recuerda a Justine. Se dice de ella en la novela:
"De Justine diré solamente
que muchas veces pensaba como un hombre, y en sus actos desplegaba en
cierto modo esa independencia vertical propia de la actitud masculina". Esto parece que será desarrollará en la segunda novela.
Y luego Clea, a la que
sin darle el carácter de la prostituta del mundo griego, tampoco le
da el carácter de mujer normal, le da
un carácter casi de diosa, ecuánime, distanciada de las bajezas
humanas, y de pensamiento certero, de hecho las descripciones de los
personajes más interesantes son las que efectúa este personaje de Clea.
Dice la novela de ella, “Clea fue vertida, todavía
caliente, en el cuerpo de una joven Gracia, es decir, en un cuerpo
nacido sin instintos ni deseos”. Otro personaje que me hace querer
continuar con los libros que le siguen.
La filosofía hermética, que parece que se creó a partir del dios griego Hermes, y el dios egipcio Tot. Se dice ser un movimiento mitad esotérico, mitad religioso.