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Escritor: Shalom Auslander
Se cuentan en las yeshivas (escuelas religiosas judías) ortodoxas como ejemplo de lo importante que para un judío debe de ser la circuncisión, que hubo una vez, en un campo de concentración, un nazi que informó de que todos los bebés judíos iban a ser asesinados. Una anciana, al oír semejante noticia, se tira a los pies del nazi, y le suplica que le dé su cuchillo. El nazi, pensando que se iba a suicidar, se lo da. Ella corriendo, se gira, coge a un bebé, y le corta el prepucio, y mirando al cielo, pronuncia: “Nos has dado un niño, y nosotros te devolvemos un judío”.
Shalom Auslander, de 1970, es un levita algo extraño. Es un hipocondríaco de los desastres, accidentes, y desgracias. Tiene sus razones. Es que conoce muy bien al Todopoderoso, y sabe cómo se las gasta. Vive con una constante sensación de culpabilidad. “¿estoy causando con mis relatos estos ataques de la yihad islámica?” Y es que mantiene una nada constructiva relación con Dios. “Dicen que no soy religioso, porque no cumplo con los ritos. Pero se equivocan. No soy practicante. Pero soy religioso de una manera muy dolorosa, agobiante, incurable. Creo en Dios. Para mí un auténtico problema”.