Escritor: Joseph Conrad
Siglo XIX, en plena época victoriana, un barco navegando por el Támesis, entre nieblas, tinieblas y oscuridad, uno de sus tripulantes, Charlie Marlow, en voz alta y como si hablara al vacío, empieza a rememorar un viaje realizado años atrás, remontando río arriba para internarse en el interior de África, el corazón de las tinieblas como él le llama, no sólo por las características de estas tierras no domadas por el hombre, imprevisibles, desconocidas, en la que no enfermarse era un triunfo; sino también porque en ese viaje, el viajero se encontrará en situaciones límite, en las que desde la soledad más inmensa, en estas tierras inmóviles, habitadas por seres salvajes donde lo peor era “sospechar que no son inhumanos”, sino humanos, y que te obligará a “confrontar esa verdad con tu propia y verdadera esencia”. En este viaje uno tendrá que enfrentarse a sí mismo, a su interior, a sus tinieblas, y no enloquecer.
Dicen “las malas lenguas” que este libro está inspirado en un viaje que este escritor, capitán de barco, realizó al interior del Congo, en épocas de Leopoldo II (y no habla la Historia muy bien de lo que allí se realizó en tiempos de este monarca, precisamente)