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La carne



COMPRAR
Escritora: Rosa Montero

El balance que hago de esta novela es muy positivo. Me ha gustado mucho, e incluso me he divertido.
Cuenta con elementos que hace de esta lectura una experiencia algo adictiva, de hecho, yo la terminé a las 4 de la madrugada. Y es que su trama despierta la curiosidad, sobre todo si eres del género femenino y te encuentras cercana a los 60 años, como la protagonista, una  mujer de esta edad que tiene affaires con hombres muchísimo más jóvenes.
En la parte psicológica, temas como el deseo, el amor, el miedo, y principalmente la vejez y la muerte, están muy presentes, y luego también resulta de lo más interesante el recurso que utiliza la autora para complementar estos temas rescatándonos a unos pocos personajes históricos que quedan analizados a lo Rosa Montero, en el contexto de la trama, algo que para los que nos gustan sus artículos, es una auténtica delicia.
Y luego, por último, cuenta con un final absolutamente redondo (me sonrío sólo de recordarlo).

El foco central de la novela pudiera ser la necesidad del ser humano de dar y recibir amor, unido al momento determinante del pasado de una persona, que constituye al mismo tiempo, su cuerda floja, la cuerda por la que como un funambulista no terminas de dejar mientras avanzas por tu vida:
"Ese cráter en la existencia de una persona, ese agujero mismo en el que hierve la lava de su existencia, ese instante por el que, en definitiva, sus días se definen, y que hace que haga lo que haga, siempre vaya a llevar consigo".

Sin embargo, hay algo en la novela que hace que me cueste creerme ese foco, y esto es porque las ideas satélites que lo alimentan o se desprenden de él me parecen un poco clichés o contradictorios. Esto es tan así, que gustándome la novela, no sabía bien qué enfoque darle a esta noreseña.
Por eso de forma más personal que nunca, voy a enfocarla con lo que me parece su mejor contribución: la feminista.

Hay una pregunta que siempre nos hacemos mis amigas las blogueras y yo, y para la que aún no tenemos respuesta, y es: ¿el deseo de la mujer está contenido en el del hombre? es decir, ¿necesita la mujer para que su deseo despierte, -además de desear lógicamente-, ser deseada? ¿es esto verdad o es esto mentira? Y si fuese verdad ¿es esto cultural o es biológico?

De la respuesta a esa pregunta, se podrían igual hacer algunas teorías del por qué de la posición social de la mujer que no termina de despegar, por eso a veces nos divertimos especulando sobre la pregunta, porque si esto fuese, - en el caso de que fuese-, algo cultural, es decir una realidad imaginada, tal y como lo explicaría Hariri, entonces habría futuro para la mujer, y nos bastaría contar con más rosasmonteros que nos describieran ese lenguaje interior de la mujer que desea y toma lo deseado, sin casi apenas preguntarse por el deseo del otro.
Así que,  ¡qué mejor que irse al pensamiento íntimo que describa el deseo que despierta en la mujer mayor, la belleza del hombre joven, y que además lo toma!. No hay, que yo sepa, mucha literatura en la que se profundice en un deseo así, sin adjetivos clínicos y sin complejos.

Y esta es la contribución con la que me quedo, una novela que muestra un lenguaje coherente interior en la que la mujer que vive un deseo puramente carnal, no puede evitar que al final la imagen del hombre quede cosificado.

Una vez leída la novela, parece que la respuesta a esa pregunta sería que es más cultural que biológica.


NOTAS PERSONALES
  1.  Siendo un poco mala con las contradicciones, y siempre diciendo que esto es súper personal, algunos ejemplos :
    1. No encuentro ninguna relación entre la adicción a la pasión, con el haber tenido una infancia desgraciada y desprotegida. Para mí esto es un súper cliché. Estar enamorada del amor, como una forma de escapar de una percepción de la realidad que te resulta tediosa, o espantosa, no tiene por qué significar que esa visión la aprendiste en la infancia. Esto pasa por igual entre personas con infancias muy felices. En realidad, creo que la necesidad de esta ilusión tiene que ver más con el ego, el narcisismo, o incluso el vampirismo, que con la niñez. Además, no puedo evitar, cuando se trata de querer justificarlo todo con el mantra de la infancia desgraciada, que me venga siempre a la mente la misma frase de Sartre: "Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros".
    2. Tampoco me cuadra el personaje de Soledad, en el rasgo de que huye de los encuentros sociales de conversación banal, superficial, y falsa, y buscar justo eso en los encuentros más íntimos.
    3. Se dice de Soledad, sobre su enganche con el gigoló: "lo que la había dejado impactada era la pasión del chico. La emocionante sensación de que Adam (el gigoló) se había entregado a ella. El entendimiento. Eso era lo que había estallado entre ellos. Ése era el anzuelo que la había dejado enganchada, porque en realidad, ella quería más, ella quería mucho más, quería cariño y cotidianidad y compañía y pareja". Para mí esto es muy de los personajes del romanticismo, que adornaban con sentimientos exaltados lo que no era más que la respuesta a un deseo sexual no satisfecho, o el miedo a perderlo. Muy occidental, algo que Occidente no termina de superar. Mientras leía pensaba, ¿acaso hay deseo por ese entendimiento o hay más bien entendimiento por ese deseo?. ¡Pero qué mala que soy!. (Léase para compensar esto, por ejemplo, la novela japonesa "El cielo es azul, la tierra blanca", de Hiromi Kawakami, que tiene otro tipo de descripción del amor con menos contradicciones).
  2. En el lenguaje de ella, el deseo queda expresado con libertad, y casi sin condicionamientos, pero ese 'casi' tiene su importancia, porque es un 'casi' que muestra que sigue sin ser del todo libre de la opinión del otro. Y eso le sucedía una y otra vez cada vez que tenía que arreglarse para él.
  3. Llegado a la conclusión de que la pregunta del deseo tiene una respuesta cultural y no biológica, habría que peguntarse si lo que hace que  la mujer se pregunte por el deseo del otro, es lo mismo que lo que hace que el hombre no se lo pregunte (por eso el negocio de la prostitución no tiene demanda femenina), responde al mismo condicionamiento cultural, que es que todavía lo femenino se encuentra subordinado a lo masculino, sin apenas darnos cuenta en casos como éste, tan instalados parecen encontrarse en nuestro inconsciente. 


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Sapiens, de animales a dioses



COMPRA

Escritor: Yuval Noah Harari

Este libro es sin dudarlo, de lo mejor que he leído este año e incluso en años anteriores. Me ha gustado tantísimo que si estuviera en mi mano, lo regalaría a todo el que me lo pidiera. Es sin dudarlo un libro de los obligatorios.

El libro es un recorrido multidisciplinar pero unificado de la evolución sufrida por nuestra especie, con una claridad expositiva que nos va a admirar. Es detallado, completo y a la vez tan fácil de entender y entretenido.

Comienza el recorrido con los probables parientes evolutivos que nos precedieron, hasta - no diré la actualidad, porque el análisis supera el hoy- el futuro al que podríamos derivar como especie.
Resulta especialmente llamativo el que en este último paso evolutivo, las mutaciones que pudieran modificar nuestra especie no vayan a responder a procesos biológicos en el sentido darwiniano, sino a "mutaciones" originadas por nosotros mismos, y que podrían alcanzar a la conciencia y a la percepción identitaria del ser humano.

A modo de broma rescato un comentario de este historiador que me hace gracia, y a propósito de este futuro, dice él: "para contentar a la vez a optimistas y pesimistas, podemos concluir diciendo que nos hallamos en el umbral tanto del cielo como del infierno, moviéndonos nerviosamente entre el portal de uno y la antesala del otro. La historia todavía no ha decidido dónde terminaremos, y una serie de coincidencias todavía nos pueden enviar en cualquiera de las dos direcciones".

Es un libro abrumadoramente enriquecedor, de esos que desmontan dichos y 'se-dice'-s, de esos que señalan con el dedo índice a la jaulita en la que se encuentra prisionero tu pensamiento, para luego si no abrir la puerta de par en par, sí al menos dejar una rendija lo suficientemente abierta, como para permitir a ese pensamiento salir sin miedo a extraviarte.

Está estructurado con la meticulosidad del historiador, con una parte histórica expuesta con la fluidez de la intrigante trama de una buena novela. Pero la cosa no queda sólo ahí, pues lo contado al aparecer interrelacionando con muchas otras disciplinas, como la filosofía, las religiones, la economía, la política, y las diversas ciencias, el resultado es francamente útil, no sólo para seguir el hilo de esta exposición histórica tan completa, sino también para promover el debate interno sobre asuntos tales como, por ejemplo:

¿Qué fue lo que posibilitó que nuestro cerebro evolucionara como lo hizo?¿Puede existir pensamiento abstracto sin lenguaje?;
¿Somos todos los sapiens una única especie pura, o por el contrario sí hay diferencia genética entre europeos, asiáticos, rusos, etc por cruces prehistóricos con otra especies de homos que se extinguieron?;
 ¿La jerarquía entre hombres y mujeres es biológica o cultural?;
¿Qué es lo que moldea nuestros deseos?;
¿Las religiones han sido causa de divisiones y guerras sangrientas o por el contrario como los imperios y el dinero, han sido uno de los órdenes que han contribuido a la unificación de la humanidad, al forjamiento del nuevo imperio global si es que se está gestando?;
¿Movimientos como el liberalismo, comunismo, capitalismo, nacionalismo e incluso el nazismo son ideologías, o más bien esto no deja de ser un disfraz semántico para lo que no dejan de ser otra cosa que: las nuevas religiones de la edad moderna?, y ¿qué hace que no nos demos cuenta?;
¿La historia es determinista o por el contrario es tan caótica como un juego de azar?;
¿Por qué Occidente evolucionó de forma diferente a Oriente?;
¿Por qué en Occidente unos países y no otros se posicionaron a la cabeza del escenario mundial?;
¿Es bueno o es malo para el individuo que se haya desplazado el papel de la familia y la comunidad en el orden social?;
¿Vivimos ahora en una época más violenta y menos segura que en épocas anteriores, o es todo lo contrario? y en caso negativo, ¿de qué podría ser síntoma esto?;
¿Tiene sentido en la actualidad que se produzcan guerras entre países o por el contrario hemos superado la ley de la jungla y  las guerras podrían no seguir produciéndose por no ser ya rentables?;
¿Nos estamos acercando a la formación de un imperio global?;

Y por último, y no porque no pudiera seguir ...: ¿Somos igual de felices o de infelices que antes, o más, o menos? Pero es que ... ¿en qué consiste la felicidad?

NOTAS PERSONALES:
  1. En realidad, la pregunta final del libro es más inquietante, dice: “Quizá la pregunta real a la que nos enfrentamos no sea «¿En qué deseamos convertirnos?», sino «¿Qué queremos desear?» y luego matiza: “Aquellos que no se espanten ante esta pregunta es que probablemente no han pensado lo suficiente en ella”.
  2. Volver a leer el libro o mejor aún, dejarlo a mano en la mesita de noche.
  3. Para este historiador, la característica más determinante del Sapiens, la característica que nos ha permitido situarnos en la posición que ocupamos frente al resto de especies e incluso de la naturaleza, procede de nuestro tipo de lenguaje, porque éste nos permite el pensamiento abstracto, y por tanto un pensamiento subjetivo a nivel de individuo, e intersubjetivo a nivel de comunidad.  Es de aquí de donde vienen las realidades ficticias, imaginadas. Por esta razón, el sapiens no sólo cree en realidades objetivas como el resto de especies del planeta, sino también en estas realidades imaginadas, es decir, - aunque nos fastidie-, de creer en mitos. Gracias a estos mitos, podemos colaborar en masa y de forma flexible. Dice: "Es el pegamento mítico lo que une a un gran número de individuos" de nuestra especie, y no razones biológicas como sucede en el resto de especies. Todas nuestras actividades y creencias sin excepción, desde el comercio, las ideologías, la política, las religiones, se basan en ficciones. Pero eso no significa que el ser humano lleve en su ADN el instinto de la cooperación. No hay que hacerse ilusiones, nos dice este historiador, porque la mayoría de las redes de cooperación que el hombre ha creado lo han sido para la opresión y la explotación.
  4. Una delicia cómo desmadeja el lío de las religiones, tira del hilo desde el principio de las primeras religiones, para explicar las actuales, y reconocer en ellas las huellas que dejaron otras religiones. Y darte cuenta que en realidad se tratan de religiones sincréticas
  5. Podría seguir, seguir y seguir ....